jueves, 28 de agosto de 2014

Gill Davies II

Capítulo 2

De acuerdo a lo planteado en el capítulo 1, en el capítulo 2, Gill Davies vuelve a tratar la cuestión de los argumentos que se suelen utilizar para justificar la publicación de un nuevo libro. Estos argumentos tendrán la finalidad de convencer a terceros (y a uno mismo, ¿por qué no?) de obtener la aprobación del manuscrito, proyecto o idea y, por ende, publicar. Este proceso de persuasión dentro de la propia editorial constituirá el primer intento de comercializar el libro: se deberá evaluar el público al que el libro se dirigirá, si el formato se adecuará a los lectores, los compradores potenciales, la competencia, etc.
Si el editor no puede responder estos interrogantes, no encuentra en el libro ningún atributo destacable o no puede diferenciarlo de otros libros, se tendrá que plantear si publicarlo será una buena idea y, en el peor de los casos, si realmente sirve para la profesión.

Es necesario, a su vez, tener en cuenta la razón de ser de la editorial: aquella que se dedique a la publicación de libros comerciales tendrá la necesidad de destinar grandes sumas de dinero a la publicidad, la promoción, etc. que deberían verse amortizadas con la venta de los ejemplares; esto incidirá en el porcentaje de rentabilidad, que no será muy alto. Distinto es el caso de las editoriales de libros especializados, cuyo mercado es poco elástico; al no necesitar invertir grandes cantidades en marketing, el margen de rentabilidad será mayor; asimismo, no debemos olvidar que las ventas son a largo plazo y, por ende, habrá que considerar los costos de almacenamiento.

No hay que subestimar la importancia de la extensión y de los plazos de entrega: lograr que lo pautado se cumpla es uno de los problemas más usuales a los que el editor se enfrenta. Si el texto es muy corto, habrá que plantearse si el tema a desarrollar realmente justificaba la extensión pactada, si justificará los costos de marketing que requiere, etc. Si el texto es muy largo, si el formato pensado se adapta a la nueva extensión del texto, si se justificará el aumento del costo de producción, etc.; nunca es recomendable aumentar la tirada solo para reducir el costo unitario.
En cuanto a los plazos de entrega, habrá que tener en cuenta otros tipos de compromisos que pueda llegar a tener el autor, si planea viajar un tiempo prolongado, eventualidades que puedan llegar a sucederle y, sobre todo, la experiencia que posea: aquel que se gane la vida escribiendo tendera a ser más confiable.
Una vez que se llegue a un acuerdo, el escritor debe comprometerse a cumplir en materia de extensión y plazos y debe entender que lo decidido no queda sujeto a modificaciones.

 Por último, el editor debe prestar especial atención a lo pautado en el contrato y a la negociación de los derechos. Como ya se ha visto previamente, el trato con agentes se ha vuelto moneda corriente en la actualidad. En el proceso de negociación, ambas partes exigirán según su conveniencia. El editor no debe olvidar nunca que, si bien el agente puede ser de mucha ayuda en ciertos momentos, siempre velará por los intereses del autor; no se debe dejar nada a la libre interpretación. 

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