miércoles, 20 de agosto de 2014

Introducción

Ser editor: apreciación personal


Mucho se ha escrito sobre el rol del editor a lo largo del tiempo. Este se ha modificado con el paso de los años con la aparición de nuevos soportes y nuevas tecnologías, y parecería que su función ha quedado relegada a un segundo plano.

La impresión a demanda, la autoedición y los intermediarios entre el autor y el editor han traído consigo grandes ventajas pero, también, la creencia de que es fácil prescindir del trabajo del editor. Y este último ha tenido que aceptar, sin remedio y silenciosamente, este nuevo papel, en el que se ha visto desfavorecido en más de un aspecto.

Un buen editor debe contar con muchas competencias, dentro de las cuales se encontrará la perseverancia, la capacidad de negociación y de persuasión, un instinto sólido, el conocimiento de cuestiones relativas a la lengua y hasta el buen gusto. Parte de aprehender estos cambios que están sucediendo en el campo de la edición requiere una redefinición del papel del editor a la que no todos quieren adaptarse: es necesario tomar todos estos saberes que el buen editor ha adquirido a lo largo del tiempo y que, probablemente, sigue adquiriendo día a día y encontrar un nuevo lugar en este mundo que tanto necesita de él sin darse cuenta. Y parte de este proceso requerirá incorporarse y experimentar en áreas, disciplinas y campos aún inexplorados por el editor tradicional.

Solo es cuestión de perder el miedo. 

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